Don´t look back

Luego de un largo período en donde dejé que mi pelo creciera y creciera sobre mi cabeza, llegó el día en donde me aburrí y decidí cortarlo.

Una vez sentado en la silla de la peluquería ubicada en un prestigioso mall de Santiago (no voy a andar haciendo publicidad gratis) noté que la gente del pasillo podía ver, cual casa de vidrio, el cambio de mi look a tiempo real. Me sentía casi en un reality y me dejé llevar en este juego.
La peluquera, con acento de peluquera, empezó a decirme "que tiene pelo mijito, ¿Hace cuanto no se lo corta?" y yo con sonrisa sínica le dije "uhh, hace bastante tiempo" mientras cortaba mi larga chasca a un largo de 4 dedos como ella me recomendó. El proceso era raro, verme al espejo mientras caía mi pelo me dejaba con la incertidumbre esa de no saber si me iba a gustar el resultado final. Miré hacia el pasillo, y me llevo la sorpresa de que una tropa de flaites gozaban con el espectáculo. No se si es que no les gustaba el corte, o simplemente su sentido del humor era tan precario, q cualquier cosa les daba risa, pero en fin, la peluquera seguía y seguía cortando mi pelo.
Llegó un momento, en donde noté que se cansó la chiquilla y me dejó con un corte a medio terminar. Sinceramente era horrendo, parecía trapecista de los tachuelas, toda la corta chasquilla sobre mi frente, con la mitad de la cabeza ya con pelo corto, y un choco fruna de dimensiones. Parecía delincuente, o como diría mi querido amigo Mauro Aravena, personaje de comercial de gobierno. Mientras ya me arrepentía de haberme cortado el pelo miro hacia el pasillo para ver como caminaba la gente, y tate, que justo pasaron 2 minas increibles mirando con horror mi flamante nuevo corte de pelo. Yo no atiné a nada, y les sonreí con una cara de imbécil. Las minas con cara de desprecio, corrieron su cara, y siguieron su camino. Bienvenido seas nuevo corte de pelo :)

Ilustración Audrey Kawasaki