martes, 12 de junio de 2007

El lugar estaba un poco más iluminado



Cuento por Heladio3 (perez botella)


Después de un rato se levantó un tanto confundido; por fin había alcanzado esa sabiduría que tanto anhelaba.

Abrió los ojos y sólo veía manchas de colores; sus oídos no le entregaban otra información más que ruidos (y una que otra armonía). Sintió miedo por un momento –no es fácil manejar tanto conocimiento de un momento a otro-. Fue entonces, en ese tiempo perdido, que decidió caminar un poco para ver que podía recolectar con sus sentidos agudizados.

No alcanzó a dar ni siquiera dos pasos cuando una nube cubrió su cabeza. Ya no podía mover ninguna parte de su cuerpo y ahora el miedo lo dominó por completo. No sabía qué hacer, al parecer su estado actual no era del todo bueno. Pensó y pensó durante horas pero no lograba encontrar solución a su problema. – A lo mejor esto debe ser la muerte-, se dijo a sí mismo.

Sus ojos estaban completamente desorbitados; su boca seca y amarga le recordó a sus antiguas amistades que vivían sólo por el vino. Recordó también aquellas fiestas en las que no existían reglas y donde la insanidad brotaba por las paredes de madera. Fiestas aparentemente interminables que duraban tan sólo un par de segundos.

En una ocasión, al haber escapado de un cuarto, se adentró en una oscuridad profunda, como si fuera la nada misma. No obstante el paraje, no estaba asustado, el alcohol lo había embravecido un poco. De pronto miró hacia el cielo y vio su tan amada luna, entonces sonrió y la contempló por largo rato. Esta vez parecía tener algo adentro, algo así como un bebé antes de nacer. Pero estaba muy triste, tal vez porque no sabía si iba a poder vivir algún día y salir de esa bolsa de agua.

Se sintió un poco incómodo dentro de su cuerpo, le pareció un tanto ridículo pensar que un nonacido fuese a tener tal clase de preocupaciones. Cuando la imagen se desvaneció, bajó la vista y el lugar parecía estar un poco más iluminado.

Siguió adentrándose en el paisaje y todo le parecía mucho más armónico. Ahora podía reconocer perfectamente las siluetas de las flores y, justo cuando se inclinaba para observar una, algo le tocó el hombro, -¿quién molestará?-, y al disponerse a bajar nuevamente una mujer le preguntó, -¿qué haces tan solo y en medio de la nada?-, -NADA, solo (y sólo) salí a tomar un poco de aire- respondió. -¿No prefieres estar adentro con los demás?, aquí está comenzando a helar, además no creo que pase algo emocionante acá afuera-. Él sonrió. –No gracias, me gustaría ver qué hay más allá-.

Como si hubiera sido premeditado sus manos se entrelazaron y ambos avanzaron hacia lo desconocido.

viernes, 8 de junio de 2007

Por favor, no tome alcohol


Supuestamente el joven chileno tiene que ir a la universidas para adquirir conocimientos y así ascender socialmente. Las pelotas. Aún recuerdo los lindos viernes en las terrazas, cuando con Rodrigo y Felipe, y la suma de $3000, comprábamos una garrafa y una cola de marca propia. Que linda época, esa garrafa era nuestro tiquete a compartir con los demás estudiantes de otras carrera de mi prestigiosa universidad, uff cuantas pláticas. Pero no todo es miel sobre hojuelas, ya que cuando perecía el líquido de su lindo envase plástico, los hocicos se calentaban, y es justo aquí donde quiero comenzar la historia, haciendo hincapié en el título de este post. Una vez cambié mi dignidad por 2 botellones de vino. horrible. Lima, un simpático estudiante de publicidad me propuso regalarme 2 botellones si me empelotaba y hacía el loco por ahí, y yo, bajo la influencia de la garrafa anterior accedí encantado, ya que nadie más tenía plata y quería seguir hueviando. Procedí a sacarme toda la ropa y me puse a correr por las terrazas, me detuve al frente del barsucho si toman boys y les mostré toda la poronga a los allí presentes, obviamente estaban cagado de la risa, seguí corriendo hasta 5 de abril y les bailé a los automovilistas para luego volver al grupo. Obviamente me escondieron la ropa y estaban todos cagados de la risa. al final Lima se rajó con 3 botellones y el carrete siguió. Lo juro que no tomo más.