domingo, 19 de agosto de 2007

sin aceite y sin sal


Un día yo iba feliz de la vida, listo para subirme a la micro con mi pase escolar que está más vencido que la cresta pero que por fallas del sistema transantiago sigue funcionando impecablemente, y veo que hay muchos asientos desocupados, bastante exitante para algunos, ya que el poder de la elección es lo más grande que hay, y escogí un asiento de la fila izquierda, casi en la mitad de la micro.
-Una palta!- sí, una palta, eso era lo que había en el asiento que escogi para sentarme. sinceramente una de las cosas que más me ha sorprendido en la vida por lo inesperado de la situación, o sea yo creo que nadie en su perra vida va a imaginar que se va a encontrar una palta en el asiento de la micro, y yo si lo hice. Tomé esa palta, y puta que estaba dura, parecía un palo, así que todo ese deseo de comérmela con pan sin aceite y sin sal se iban por la borda, así que para no quedar frustrado, me puse a imaginar a quien chucha se le podía haber caído una palta en la micro. Cerré los ojos y lo primero que se me vino a la mente fue la cara de una vieja de mierda que estaba dispuesta a envolverla en un papel de diario pa que madurara y así después comérsela con cara de chancha. -¿Por qué existen tantas viejas de mierda en este país?- me pregunté de la pura rabia de que en la mayor parte de mis recorridos en micro, me topo con más de alguna vieja de mierda, así que tomé esa palta dura, vi que afuera había una vieja fea, y le tiré la palta en la cabeza. -Váyase pa su casa, vieja fea!!-

Ilustración por Willy