
Una linda mañana, yo, todo duchado, salí campante de mi hogar en dirección a mi trabajo, obviamente con algunos minutos de retraso, pero feliz escuchando un dico de N*E*R*D. En la micro todo bien, me pude ir sentado, mirando por la ventana mientras por mi mente pasaban puras hueás intrascendentales, pero que me hacen un mejor chicuelo. media hora más tarde, me dirigía a tomar el metro. Mi calor corporal empezó a amentar debido a la aglomeración de personas, lo que me molestó un poco, ya que iba abrigado debido a una probable lluvia. Corte, comencé a sudar, y pa más remate, sentí olor a axila. Me dije -Chucha, no me eché desodorante- y discretamente procedí a olerme la axila derecha. Nada, el olor a desodorante seguía en pie, y aproveché de confirmar que si me había aplicado el asunto en la mañana. El olor continuaba, y había un sospechoso al lado mio, a una distancia peligrosa. -Viejo cochino, esta pasado a empanada- me dije. El viejo bajó en los héroes, pero el olor seguía y nuevamente y discretamente me olí la axila derecha. El mismo olor a desodoante. Me aguanté todo el camino el olor feo, hasta q bajé del metro, pero me di cuenta que el olor seguía -Que cresta pasa- y me oli la otra axila, y tate, se me había olvidado echarme desodorante en esa axila. Supongo que la mina que iba a mi lado izquierdo del metro no se llevó la mejor impresión de mi.
Ilustración por Ruel Pascual